En la Edad Antigua, el filósofo griego Aristóteles afirmó que el corazón era el centro de los sentimientos y el pensamiento. En la misma época, el médico Hipócrates analizó la situación pacientes con la “enfermedad sagrada” (epilepsia) y concluyó que la misma era causada por una lesión en el cerebro, por lo que si el cerebro controlaba el movimiento, también debía ser el centro de las sensaciones y el pensamiento. Hace aproximadamente 1900 años, el también médico Galeno realizó un experimento en el cual seleccionó regiones específicas del sistema nervioso y las diseccionó, con lo cual descubrió que cada parte del cerebro estaba especializada en producir una función motora o sensitiva específica. Con esto, se resolvió el primer gran dilema con respecto a la base del pensamiento. Este fue el comienzo para el estudio del cerebro.
En el siglo XIV se reafirmó la idea de Galeno de que el cerebro estaba especializado, ya que se observó que había una parte del cerebro donde se encontraba la información sobre fascinación, fantasía, conocimiento y memoria.
Pero no fue sino hasta el siglo XVII que se hizo una afirmación que pudiera ser comprobada o rechazada científicamente. René Descartes postuló una teoría en la cual el sistema nervioso funcionaba como una máquina, es decir mediante principios mecánicos. Aunque su teoría era errónea, contribuyó al atribuir el término “reflejo”, aunque no como él lo había definido. En el mismo siglo, el italiano Luigi Galvani comprobó que Descartes estaba equivocado, ya que mediante la estimulación de un nervio observó que un músculo se contraía.
Dos siglos después (XIX), Johannes Müller postuló su Doctrina de las Energías Nerviosas Específicas, la cual explicaba que aunque las fibras nerviosas condujeran el mismo mensaje, la diferencia informativa se daba dependiendo de cuales fibras se activaran (auditivas, gustativas, entre otras).
En el siglo XIX surge la frenología, la cual explicaba que las facultades de una persona se podían analizar mediante las protuberancias o hendiduras que tuviera en el cráneo. Aunque con el tempo se descubrió que no era el cráneo el que determinaba la personalidad de una persona, dio pie para las teorías localizacionistas del cerebro.
Sin embargo, no fue hasta inicios de siglo XX que se dieron descubrimientos que sentaron las bases para el desarrollo acelerado de las neurociencias.
El italiano Camillo Golgi desarrolló el método de la tintura mediante el nitrato de plata, con el cual observó había unas células con dendritas extendidas por todo el sistema nervioso. Con este método, el español Santiago Ramón y Cajal descubrió la estructura básica del sistema nervioso. Debido a esto, ambos ganaron en 1 906 el Premio Nobel en Fisiología y Medicina.
Durante el siglo XX se dieron numerosos descubrimientos acerca del funcionamiento del sistema nervioso, y en el presente siglo se siguen dando. Por lo tanto, las neurociencias han tenido un gran auge en las últimas décadas.
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